miércoles, 29 de abril de 2009

Lo semejante es desemejante a su semejante: otra versión del Tercer Hombre.

Una de las mayores dificultades de la filosofía platónica concierne al hecho de elucidar adecuadamente la naturaleza de la participación (méthexis). ¿Cómo se garantiza la comunicación entre las Formas y lo sensible? No serán referidos ahora los numerables intentos de Platón por dar cuenta de la misma sino que será presentado uno de los momentos en que esta noción es examinada.
En una renovada versión del argumento del tercer hombre encontramos que asumir la perspectiva paradigma-copia allana el camino a ciertas perplejidades. Leemos en Parm 123d:

“[…] estas Formas, a la manera de modelos, permanecen en la naturaleza; las demás cosas se les parecen y son sus semejanzas, y la participación misma que ellas tienen de las Formas no consiste, sino en estar hechas a imagen de estas Formas"

La participación como aquello que delata en lo sensible la existencia de las Formas queda establecida en virtud de la "semejanza". Se verá ahora cómo esta consideración propicia la regresión crítica:

“-Si, pues -continuó- algo se parece a la Forma, ¿es posible que esa Forma no sea semejante a aquello que está hecho a su imagen, en la medida en que se le asemeja? ¿O hay algún medio por el cual lo semejante no sea semejante a su semejante?
“-No lo hay
“-Y lo semejante y su semejante, ¿acaso no es de gran necesidad que participen de una y la misma Forma?"

El supuesto que favorece la salida regresiva expone que la relación entre las cosas y las Formas se sostiene ante todo como una natural simetría, una llana reciprocidad que olvida el lenguaje de la deficiencia, borrando la frontera ontológica entre los ámbitos. Seguidamente Parménides mismo arguye:

“En consecuencia, no es posible que algo sea semejante a la Forma ni que la Forma sea semejante a otra cosa; porque, en tal caso, junto a la Forma aparecerá siempre otra Forma, y si aquella fuese semejante a algo, aparecerá a su vez otra Forma, y jamás dejará de surgir otra Forma siempre nueva, si la Forma se vuelve semejante a lo que de ella participa”
 
El término “semejanza”, claro está, no es adecuado para dar cuenta de la participación, y es por ello que “no es por semejanza que las otras cosas toman parte de las Formas, sino que es preciso buscar otro modo por el que tomen parte de ellas.”

Ostensible es la actitud crítica que Platón propone en este diálogo respecto de su teoría. Si la participación no es rectamente clarificada no cabe sino el abismo entre las entidades sensibles y las Ideas. Y lo que este abismo así impone a la teoría clásica de las formas es, insalvable y letalmente, la cerrazón de la incognoscibilidad: sólo quedará reservado a un dios acceder al conocimiento de la realidad.


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