jueves, 15 de mayo de 2008

Ser, nada y devenir en La Ciencia de la Lógica de Hegel

El comenzar de esta ciencia no puede asumir como punto de partida aquello que se ofrezca como tema de la representación, ni como contenido de la intuición. En cambio se va a ofrecer partir de lo más inmediato e indeterminado, como pensamiento vacío: es el puro ser que en tanto absolutamente indeterminado será equivalente a la pura nada. En esta unidad equivalente, no es difícil observar que el puro ser se ha convertido en la nada y la nada se ha convertido en el ser. Este tránsito se expresa con verdad como lo que “ha pasado”: señala el inmediato desaparecer de uno en el otro. Así como se ha asumido su indiferenciación, este “ha pasado” señala a su vez su diferencia, y es por esta diferencia su inmediato desaparecer. Es, en suma, la presentación de una unidad de idénticos y diferentes en cada uno de sus momentos, y es lo que conlleva a considerar la contradicción.
Esta unidad debe ser considerada a partir de ambos movimientos (traspaso de la nada al ser y del ser a la nada), esto es el devenir. El devenir es así unidad de estos movimientos contrarios, en el cual el devenir del ser a la nada se muestra como un perecer y el devenir de la nada al ser como un nacer. En el devenir mismo muestran el ser y la nada su diferencia, reposa en esta diferencia, es esta diferencia (ninguno de ellos tiene subsistencia por sí mismo y el devenir es el contener del subsistir de cada uno, que se hace patente en su desaparecer uno y otro). Esta unidad naciente-pereciente reúne en sí a aquello que se le opone, y es en virtud de esto que tal unidad se disuelve: estos movimientos contrarios se ponen en mutua destrucción que es la destrucción de cada uno de ellos en sí mismos y en el otro, conforme a la remisión tensa que cada uno de ellos mantiene. Y es este proceso negativo lo que dará lugar al ser determinado.
Pero para que pueda darse resultado alguno o reposo posible alguno, siendo inconcebible una caída en la nada (además de “eliminada” acaso, si fuese posible como salida tentadora, se retrocedería ante el dictum de que de la nada debe surgir algo) debe ser posible una cierta determinación que frene el incesante doble movimiento, en direcciones opuestas, del devenir. El devenir en tanto tal es siempre devenir de algo. Es pertinente ahora advertir que ser y nada no se eliminan “recíprocamente” como si fuesen agentes extrínsecos el uno y el otro. Más bien cada uno se elimina en sí mismo al eliminarse en su contrario. Por tanto se refuerza que este proceso negativo del devenir no recaiga en una u otra indeterminación abstractamente. Lo que se ha eliminado en la contradicción es propiamente el carácter de la abstracción tomados por el ser y la nada.


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