jueves, 10 de abril de 2008

La areté aristotélica

Aristóteles define a la virtud (areté) como un “modo de ser selectivo” ¿Cómo nos comportamos respecto de las acciones? Este modo de ser elige entre las posibilidades de la acción un justo medio conforme al fin. El criterio de esta determinación no es otro que racional: se inscribe en la instancia de los juicios prácticos. Este justo medio es, justamente, un medio entre dos posiciones viciosas: el exceso y el defecto. La virtud correspondiente a ese justo medio es la dianoética phronesis: virtud intelectual que con frecuencia expone un tipo de modelo social, el hombre prudente: el justo medio es aquello que “decidiría el hombre prudente”.
Aquello que es un término medio o (como también dice) aquello que “tiende” a un medio no es una magnitud matematizable y objetiva, un promedio exacto entre el exceso y el defecto: es relativo a nosotros mismos. El justo medio es el coraje en una acción que pone por extremos el miedo por un lado y la audacia irracional por el otro: ni la temeridad ni la cobardía. Claro está que no toda acción tiene de suyo una areté: ni en la maldad ni en la envidia, ni en el robo ni en el homicidio, en todo lo malo en sí mismo, es posible encontrar el menor vestigio de virtud. En cambio en la acciones reputadas como decididamente buenas, el justo medio coincidirá con el extremo, de alguna manera, de la misma.


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